Ahora es uno de los instantes en que me he dado cuenta de que ya no es verano, mi naricilla se empieza a poner fría, mis piernas ya no se ven, si no que son tapadas por unos pantalones largos y calentitos, las botas ya aparecen en mi zapatero, los pañuelos y fulares ya visten mi cuello. Hola días lluviosas estudiando sin saber que hacer hasta la hora de entrenar, hola botas de agua en los charcos, hola sudaderas calentitas, hola películas de viernes, adiós piscina, adiós bikini, adiós agua tan necesitada en esas terribles tardes de calor, adiós noches en el parque, adiós a las fiestas, adiós a las cenas juntos, adiós a no ir a casa por que no tienes frío y sobretodo adiós a despertarme con la persona más bonita de este mundo.
En cambio, hola a las tardes de frío haciendo el loqui con las Divis, a los agobios de los exámenes, hola a la maldita rutina, hola a cenar siempre a la misma hora viendo las caras largas de mis padres, hola a las tardes de frío en el banco, hola a los calcetines gordos que en más de una ocasión nos han salvado de una hipotermia, hola a los abrigos, a los guantes y al gorro, hola a los jersey, hola a los deberes, hola a los viernes tan esperados.
Adiós verano, gracias por haber sido el mejor de todos los tiempos
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